miércoles, 5 de diciembre de 2007

Teoría

El soporte biológico de la mente humana,como todos ya sabemos, es el sistema nervioso.

El cerebro es la herramienta con la cual nos enfrentamos a la vida y pretendemos comprenderla, pero, ... ¿es fiable como instrumento de conocimiento? ... ¿vemos lo que realmente hay? ... ¿nos percatamos de la realidad en forma objetiva?

Si bien es cierto que el cerebro recibe estímulos de forma constante, también lo es que no nos damos cuenta de todos ellos, lo que significa que en gran medida ingresan a nuestro cerebro de forma subliminal, y de tal forma también nos afectan (por debajo del nivel de la conciencia).Vale la pena detenerse en la estructura de nuestro cerebro, para tratar de comprender este fenómeno y el alcance que puede tener en nuestra capacidad para ver objetivamente la realidad.‘Aun tenemos en nuestras cabezas estructuras cerebrales muy parecidas a las del caballo y el cocodrilo’, dice el neurofisiólogo Paul MacLean, del Instituto Nacional de Salud Mental de los EE.UU.
A medida que el humano ha evolucionado se han ido superponiendo capas en lo que hoy conforma su cerebro. Cada una de las capas formadas nunca fueron desechadas por la naturaleza, sino que por el contrario las mantenía colocándose la más reciente sobre la anterior.
Mac Lean, como se planteó en un principio, desarrolló un modelo de la estructura cerebral del ser humano, conocido como "cerebro triuno”, según el cual, el cerebro humano está conformado por tres partes:

Sistema-R o cerebro reptil (el cocodrilo que llevamos dentro)

Sistema o cerebro límbico (el caballo)

Neocórtex (la parte más distintivamente “humana”).


Estas tres partes, anatómicamente y funcionalmente bien diferenciadas, se encuentran superpuestas; el cerebro reptil más abajo y la neocorteza por encima de todos, en una perfecta representación de la evolución ascendente de la vida.
Paul MacLean (1990) plantea que estos tres sistemas que conforman un todo están interconectados, pero que al mismo tiempo son capaces de operar independientemente, ya que cada uno tiene una inteligencia especial, su propia subjetividad y sentido de tiempo y espacio, así como sus otras funciones.



Austin de Beauport, E., y Díaz de Melasecca, A. (1994). Las tres caras
de la mente. Caracas: Galac, S.A.

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